1. Crear
un ambiente estructurado.
Establecer normas consensuadas,
fijar un horario semanal y crear una rutina
diaria de funcionamiento en el aula.
2.
Ayudar en la planificación
académica.
Supervisar la agenda y recordar
las tareas y las fechas de exámenes y de
entrega de actividades.
3. Utilizar
materiales adecuados.
Sacar y repasar los materiales
necesarios solo antes de comenzar una tarea y utilizar esquemas, imágenes o
vídeos.
4. Organizar
las tareas.
Planificar y estructurar
actividades cortas y variadas, realizando las más difíciles al principio, y
hacer descansos.
5. Asegurar
la comprensión de las tareas.
Asegurar la atención antes de dar
la explicación, descomponer la tarea en pasos más pequeños, dar ejemplos,
repetir la explicación y resumirla.
6. Controlar
el tiempo.
Establecer un tiempo para cada
actividad, avisar antes de la finalización y supervisar la tarea.
7. Aumentar
los periodos de concentración.
Mantener un contacto visual
frecuente, aumentar los tiempos de manera progresiva y reforzar (guiño, sonrisa)
los periodos de atención.
8. Aumentar
la motivación.
Proponer actividades
cooperativas, promover la participación haciendo preguntas que sepa responder y
destacar las conductas adecuadas.
9. Dar
responsabilidades.
Delegar algún tipo de tarea que pueda hacer para mejorar el ambiente o el correcto desarrollo de la clase.
No etiquetar ni juzgar los periodos de inatención.
Hacerle llegar alguna señal para
reconducir la atención (llamarle por su nombre, situarse cerca) o hacer
descanso.